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sábado, 31 de marzo de 2012

QUEREMOS TRABAJO DECENTES - QUEREMOS SINDICATOS DECENTES

Embriagados por el renacimiento del mas puro de los obreriles pensamientos, grito adormecido en la profundidad de nuestra santa mansedumbre. Siendo por ello uno de los principales argumentos del alma Obrera sedientos de luz solar.

Nos ha sorprendido gratamente el poder oír a ese buen amigo, tan ingratamente olvidado y arrinconado en lo más profundo de nuestro vergonzante vivir obrero. Ese viejo concepto tan mimado y adorado por nuestros abuelos en el yunque golpeado de sus vidas.

 Convencidos estamos de que es, sin duda, la dignidad de los hombres la que da noble sentido al concepto “decencia” y que al pronunciarlo, primero, “hay que merecerla” para poder poseerla. Sin embargo, el tiempo y el tener que vivir sin poder cultivar tan hermosa flor, hace que se pierda el sentir honorable mas hermoso de esta sencilla compañera de nuestro vivir.


Pedir una cosa tan delicada como la decencia, es deseable como justo el interrogar a nuestros interiores, si es que lo merecemos.

Pues son muchísimas veces, y muchísimos años, las que nuestra decencia de hombres trabajadores no ha sido nunca defendida, soportando y padeciendo mil y una felonía en el pasado y en el presente, llegando tal cúmulo de mansedumbre a tener que perder frutos conquistados en mil batallas por nuestros padres y nuestros abuelos. Ellos supieron que sus decencias no fueron nunca otorgadas, sino conquistadas y, por lo tanto, merecidas.

Es por ello que, al estar orgullosos de su tesoro, siempre estuvieron pendientes para defender aquello a lo que tanto valor le concedieron.



En cuanto a nuestros valerosos “Sindicatos Mayoritarios”, hemos de decir que al grito callejero, por parte de los abanderados obreros sindicalistas de UGT y de CCOO, de ¡¡QUEREMOS TRABAJO DECENTE!!, deberíamos decir: ¡¡QUEREMOS SINDICATOS DECENTES!!, pero sin olvidarse que para poseer una cosa hay que luchar por ella, pues es solo luchando que se merecen las cosas dignas, pues para serlo también hay que vivirlo demostrándolo. Y que sepamos, las luchas obreras de estos sindicatos son tan reducidas como nuestros salarios.

Otra cosa muy importante, que demuestra el grado de decencia de una Organización Obrera, son sus recursos económicos y el cómo se recolectan para poder comprender su organización interna, la cual nos dirá el grado de decencia que posee dicho Sindicato.

Si sus ingresos económicos vienen. Aparte de las flacas cotizaciones sindicales, de LOS PRESUPUESTOS DEL ESTADO, de los CURSILLOS de OFICIOS (siendo difícil saber los lugares donde los Sindicatos poseen dichas escuelas donde se enseñan oficios, de las COMISIONES por GESTIONAR CIERRES EMPRESARIALES, y, lo mas doloroso, de las COMISIONES  por GESTIONAR DESPIDOS OBREROS, entonces tendríamos que modificar nuestro grito y gritar con fuerza: ¡¡QUEREMOS SINDICATOS DECENTES¡¡ Porque no puede ser digno el tener que vivir de nuestras miserias. Ellos están para defender nuestros intereses y no para vivir de ellos.

Ellos serán los eternos parásitos vividores de nuestros cuerpos. Pues lo han comprendido de una manera muy particular, los sindicatos solo están para defender siempre a los Obreros, y no al contrario.


Escarmentados estamos de tener que ver a infinidad de “Vivillos” que solo desean poder vivir del sudor ajeno, de verlos sentaditos en sus despachitos, con una serie de comodidades casi iguales a las de los jefes y directores. Sus horas libres sindicales son una serie de privilegios vergonzantes que han creado una nueva clase social de parásitos sociales. Es un verdadero escarnio, una vergüenza digna de sentirla por todos aquellos que la poseen. Y lo son al sumarse sobre nuestras espaldas añadiendo peso al peso y opresión a los oprimidos. Ellos, que deberían de ser nuestros compañeros, son unos vulgares parásitos más, que viven de nuestros sudores.


Al moderno grito de busquemos la carnaza fácil, saltan sobre los pobres colaterales miles de zánganos, vividores de todo tipo de parásitos enloquecidos y sedientos de dineros, los últimos eslabones de la triste cadena social. Presentes están, nuestros defensores Sindicalistas, en los despachos de las empresas en crisis, esperando las comisiones de los Patronos por haber facilitado y consentido los despidos sangrantes, que tanto humillan, en la desesperanza, a los últimos eslabones de la mas triste de las cadenas.



ES POR ELLO QUE DESDE EL FONDO DE NUESTRAS NECESARIAS DECENCIAS HEMOS DE GRITAR CON FUERZA: ¡¡ QUEREMOS SINDICATOS DECENTES ¡¡



Pedro García



 Extraído de la revista ORTO nº 155

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