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jueves, 10 de julio de 2014

EL CASO PODEMOS



El caso de Podemos

 Una es la clave principal de la socialdemocracia en España, necesita renovarse. El PSOE ya no representa las aspiraciones de la izquierda, e IU utiliza eslóganes vacíos que intentan llamar la atención de todo un sector social organizado en torno al 15-M (movimiento social que se mostró apartidista y muy contrariado, que no opuesto, con el sistema político representativo español).No obstante, son los fundadores de Podemos los que han sabido aprovechar muy bien el momento social actual. Pablo Iglesias, un líder joven, irónico, y carismático, con muy buena formación política, muy buena cobertura mediática, uso de elementos de participación y democracia directa, y un discurso mezcla de marxismo, autogestión y ciudadanismo (muy similar de las reivindicaciones nacidas en el seno de las asambleas del 15-M), diciendo lo que cada sector social quiere escuchar. Ha sabido ilusionar a los votantes tanto de movimientos sociales, como clasistas y de una clase media desanimada con los partidos tradicionales. Aun suponiendo un boom en estas elecciones, no se dijo a dónde irían a parar estos votos, que no es otro sitio que a la formación política GUE/NGL (Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica), a la cual pertenece el PIE e IU.

 Para entender el presente hay que conocer el pasado. La socialdemocracia ha presentado y presenta actualmente como cualquier otro organismo que quiera alcanzar el poder político una seria amenaza para los movimientos obreros y sociales, muy especialmente a todos los que pretendemos superar al Estado y al capitalismo. Su principal objetivo es canalizar el descontento social a través del voto y diluir las luchas en el parlamentarismo. Y aquí entra en el juego Podemos, cuyos círculos pues aunque funcione como una plataforma ciudadana hacia el interior, hacia el exterior no deja de ser un híbrido de partido político. Y esto es peligroso porque puede llevar a engaño a todo aquel que no tiene mucha formación política, pero que se siente a gusto en los movimientos asamblearios, ya que la jerarquización, la especialización y los dictados autoritarios de la cúpula llegarán antes o después, eliminando por completo todo lo que se ha creado durante años.

 La nueva generación de líderes de izquierdas, al igual que banqueros, empresarios y demás políticos sabe que, para parasitar del sudor de los trabajadores, algo tienen que cambiar para que todo siga igual.

 La propuesta organizativa de Podemos a través de círculos, no es ni novedosa ni revolucionaria. Salvando las distancias, tiene grandes similitudes con la ya propuesta por Jean-Jacques Rousseau en su libro El contrato social, en el que se expresa que el pueblo es soberano, de todos los ciudadanos, conformando el cuerpo político que emana de la voluntad general, la cual es el bien común. Una pequeña élite tomara las decisiones cotidianas, mientras que los ciudadanos ejercerían su autoridad a través de asambleas populares (refiriéndose Rousseau a los varones con una renta determinada).

 En ambos casos, el cuestionamiento del Estado, del ejercicio del poder y de la autoridad es totalmente nulo, al contrario, lo refuerza con unos planteamientos distintos para evitar cualquier tipo de insurrección que pusiese en peligro la existencia política y social de la burguesía.

 Ni Pablo Iglesias ni Juan Carlos Monedero estarán luchando por el trabajador cuando este esté despedido, ni estarán cuando el sindicalismo oficial de elecciones sindicales, comités de empresa y liberados sindicales vuelvan a firmar otro ERE u otra reforma laboral que siga flexibilizando el mercado de trabajo. No estarán con cualquier persona que este ahora mismo torturada en un calabozo, una cárcel o un CIE. Lo que denominan estrategia de política exitosa en sus numerosos discursos, solo encierra el populismo, el desclasamiento obrero, el mantenimiento de la paz social con la patronal y la reafirmación en la necesidad del Estado y la autoridad.

 Nosotros preferimos los hechos del día a día, y la simbiosis entre ideología y prácticas coherentes que las vacías palabras de los mítines de cualquier político. Tiempo al tiempo.

 "Todos los partidos políticos, sin excepción alguna, en tanto aspiren al poder público, no son sino formas particulares del absolutismo. No habrá libertad para los ciudadanos; no habrá orden en la sociedad, ni unidad entre los trabajadores, mientras que en nuestro catecismo político, no figure la renuncia absoluta a la autoridad, armazón de todo tutelaje" (Pierre-Joseph Proudhon).

 

Grupo Tierra

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